POEMAS
Mirabai
Reservo mi amor para Gopâla [Krishna],
el sostenedor del monte,
y para nadie más.
¡Oh, santos y hombres venerables!
He conocido el mundo y sus costumbres.
He dejado atrás a hermanos y parientes,
y todo lo que poseía.
Sin sentir vergüenza
vine a sentarme entre los hombres santos.
Me alegro en la compañía de los devotos
y me compadezco del mundo.
He plantado una enredadera de amor
y la he regado con mis lágrimas.
He aceptado una copa de veneno
enviada por el rey
y la he apurado con alegría.
El amor de Mira es tan profundo
que acepta todo lo que le ofrecen.
* * *
¡Oh, compañero!
Estoy tintada con el amor de Shyâma [Krishna].
He regalado mis ajorcas y ornamentos
y bailado ante Él sin sentir pudor.
Ahora vivo entre los devotos
y mi mente no alberga pensamientos impuros.
El amor a Dios es lo único
verdadero en el mundo.
Día y noche
he cantado sus glorias.
Sin Shyâma el universo sería un desierto
y todas las palabras
carecerían de sentido.
Mira conoce bien los placeres de la devoción
y a Shyâma, el divino bailarín.
* * *
Shyâma, sin ti no concilio el sueño.
Se me antoja una eternidad cada segundo.
A cada momento me tortura el dolor de la separación.
Sin mi Amado, vago en la oscuridad
y ni luces ni palacios me contentan.
Los lechos de flores parecen de espinas
en mis noches de insomnio.
¿Con quién hablaré?
¿Quién confiará en mí?
¿Quién creerá mis palabras?
El Amado es un áspid
que ha mordido mi mano
y mi vida late en cada pulso.
Escucho el croar de las ranas,
el canto del pavo real
y del cuclillo.
Contemplo las nubes oscuras
y me asusto de los relámpagos.
¡Oh, Krishna!
¿Hay algún espíritu amante en el mundo
que alivie mi dolor?
El Dios de Mira es Hari [Krishna], el Indestructible;
su contemplación refresca sus ojos.
* * *
Ven a mi casa, ¡oh, Señor del Universo!
El cuerpo me duele y mi aliento arde.
Ven y extingue el fuego de nuestra separación.
Paso las noches bañada en lágrimas,
carezco de apetito y de sueño,
pero mi impúdico cuerpo
se aferra a la vida.
Concédeme la felicidad;
no me dejes desolada.
No te retrases.
Mira, abandonada,
por tu ausencia
sufre inmenso dolor.
* * *
A las gentes del mundo
les avergüenza
pronunciar el nombre del Señor.
Merodearán infatigablemente por el pueblo,
pero se sentirán demasiado cansados
para visitar el templo de Hari.
Si escuchan una pelea
abandonarán lo que estén haciendo en su hogar
y correrán a presenciarla.
Se sentarán doce horas seguidas
para reír con las bromas de un bufón
o para contemplar la danza de una cortesana.
Vishnu es el Señor de Mira.
Ella encuentra su refugio junto a sus pies de loto.
* * *
¡Despierta, mi amado flautista!
¡Despierta, mi amor!
La noche ha pasado;
ya está aquí el nuevo día.
Las gentes abren las puertas de sus hogares
y puedes escuchar a las pastoras batiendo la leche
y haciendo sonar sus brazaletes.
Los hombres y los dioses
esperan en tu umbral para saludarte.
Los muchachos se muestran llenos de júbilo
y en todas partes se corea tu nombre.
Los pastores han cogido su alimento
y se disponen a emprender la tarea del día.
Vishnu es el Señor de Mira
y la salvación de los que se refugian en Él.